Un beso y una bata para Gustav Klimt

Lo que Coco Chanel fue para París, lo fue Emilie Flöge para Viena a principios de siglo

En 1904, solo un año después de que Koloman Moser, Josef Hoffmann y Fritz Waerndorfer fundaran la Wiener Werkstätte, ella y sus hermanas Pauline y Helene Flöge abrieron el salón de moda "Schwestern Flöge" en la calle Mariahilfer Strasse de Viena. Sus diseños vanguardistas de reforma del vestido forman parte de su moda más popular, que está indisolublemente vinculada al modernismo vienés y que quedó inmortalizada en numerosas fotos que muestran a Flöge con su compañero, Gustav Klimt, en unas vacaciones de verano en el lago Attersee.

Emilie Flöge, nacida en 1874, era 12 años más joven que Gustav Klimt. Los dos se conocieron a través del matrimonio de la hermana de Emilie, Helene, y el hermano de Gustav, Ernst, y permanecieron conectados para el resto de su vida. A partir de 1895, con una larga y cariñosa carta de Klimt a Emilie, se documenta correspondencia entre los dos, que se prolongó hasta la muerte del pintor y que llegó a suponer hasta ocho postales al día.

En 1904, Flöge y sus hermanas abrieron su salón de moda, muy destacado en la planta noble de Casa Piccola en la calle Mariahilfer Strasse 1b. Las tres hermanas tuvieron a sus órdenes hasta 80 costureras en su época de mayor éxito. Sus creaciones se encontraban entre las piezas más solicitadas por las damas de la alta sociedad.

La moda vanguardista como gran obra de arte

Podemos imaginarnos lo brillante y emprendedora que fue la mente creativa de las tres hermanas si observamos el estilo y la sofisticación estética del taller: aquí no se dejó nada al azar. Desde el mobiliario hasta el logotipo de la marca, todo procedía de la Wiener Werkstätte basado en diseños de Koloman Moser y Josef Hoffmann, cuyos muebles y lámparas de belleza atemporal se siguen reproduciendo hoy en día por el fabricante de muebles vienés Wittmann y el fabricante de luminarias vienés Woka. Las creaciones de joyería de la Wiener Werkstätte, que Emilie Flöge vendía en su salón y con las que también le gustaba lucirse, completaban su revolucionaria moda. Se la puede ver en numerosas fotografías como testimonio de sus creaciones. Se identificó a sí misma con la implementación artística del llamado "vestido reformado", que en aquella época era poco elegante: ella le dio fluidez y lo dotó de llamativos y delicados volantes en las mangas o de una ornamentación fascinante, en un momento en que predominaban los vestidos de cintura marcada y el corsé. El vestido reformado no fue un invento de Flöge, pero ella lo convirtió en una obra de arte de moda. Si la amada bata de pintor azul de Klimt fue una creación de Flöge sigue siendo un misterio. Lo que es indiscutible, sin embargo, es que el artista también enviaba a las damas de sociedad que retrataba al salón de moda de Flöge. Es probable que no todas optaran por un vestido reformado: las Flöges también confeccionaban vestidos convencionales y moda de París. Emilie era muy buena en las relaciones públicas y tenía una presencia impresionante. Viajaba a París dos veces al año para comprar tejidos en ferias, para descubrir tendencias o para ver qué diseñaba Coco Chanel. Mantuvo su independencia hasta su muerte. Nunca se casó y no cerró su salón hasta 1938 cuando perdió a su clientela más importante: la burguesía de la clase alta, en parte empobrecida, en parte judía.

 

Una amistad de oro

Cuando Klimt murió en 1918, preguntó por ella cuando aún estaba en su lecho de muerte. Emilie pasó tiempo con él de forma regular en el lago Attersee entre 1900 y 1916, sobre todo en la Villa Paulick en Seewalchen, que todavía sigue allí. En esta región se crearon más de 45 paisajes de Klimt. Cuando Flöge fue a Bad Gastein en 1912 para curarse de unos problemas pulmonares, Klimt también viajó hasta allí para estar con su amada amiga. Parte de su patrimonio fue para ella y ella lo utilizó para amueblar su propia habitación de Klimt, que luego fue víctima de un incendio. La diseñadora de moda murió en Viena en 1952, pero el carácter de Flöge y su agradable amistad con el famoso pintor siguen siendo testimonio de sus obras y recuerdos más buscados, que se pueden contemplar en el Museo de Viena, el Belvedere, el Leopold Museum o el Centro Gustav Klimt en el lago Attersee.