¿Obsesos del peso o objetos de decoración?
Las ciudades están llenas de objetos que, a primera vista, pueden resultar innecesarios y que en consecuencia no les prestamos la atención que se les debería ya que encierran historias y anécdotas que deberíamos recordar. Así que, dejadnos retroceder un poco en el tiempo:
Estamos en el año 1888 y se inaugura en el Prater de Viena la gran "Exposición Comercial conmemorativa” (Jubiläums-Gewerbe-Ausstellung en alemán), donde, con motivo del 40 aniversario del reinado del emperador Francisco José, los representantes de distintos fabricantes y marcas mostraron sus últimas invenciones y logros. Solo pueden exponer aquellos que cumplen unos criterios muy concretos como tener una fábrica, sucursal o puestos de venta en baja Austria. Al fin y cabo, era un macro evento que quería mostrar la grandeza de Austria bajo el reinado del emperador Francisco José.
Había un total de 2107 expositores, siete de ellos exponían bajo la rúbrica básculas y entre ellos se encuentra la renombrada fábrica de balanzas C. Schember (número 1718 página 269), el proveedor de la casa real, que mostraba sus productos en un pabellón propio de 272 m2 nada menos.
La era de las máquinas que funcionaban insertando monedas había dado el salto al otro lado del atlántico. Y el primero en hacer uso de las nuevas tecnologías fue la empresa Stollwerk que ofrecía chocolate a cambio de una moneda. Su éxito se propagó y otros se subieron al carro, con lo que hubo máquinas que ofrecían desde postales hasta cuchillas de afeitar. Claro está, para que puedan funcionar las maquinas había que tener una moneda que cumplía con determinado peso, grosor y tamaño.
¡Y ahora llegan las básculas! Las primeras patentes se registraron en 1886 y a partir de esta fecha se fueron ubicando en diferentes ciudades europeas, entre ellas en Viena en 1887. En aquellos tiempos, mostrar a los demás peatones hasta donde podía llegar la aguja no era nada embarazoso y era un pasatiempo divertido que estaba al alcance de muchos.
Con el paso del tiempo, las básculas no perdieron popularidad. Al contrario, la gente cada vez más se daba cuenta de la importancia de mantener la figura. Pero se avecinaban malos tiempos para las basculas: el control regular del peso corporal se había trasladado finalmente a la esfera privada, al uso de básculas dentro de la propia casa.
Las básculas en la vía pública, que durante muchos años habían sido explotadas en Viena y en el resto de Austria por la empresa Szupper, pasaron a finales de los años ochenta del siglo pasado a Andreas y Karin Popp, dueños de una cerrajería. Ellos compraron casi todos los remanentes de básculas que quedaban, convirtiendo este negocio en extinción en un monopolio en Viena. Las básculas mantienen rasgos de antaño, aunque han tenido que adaptarse: otros colores, mecanismos más nuevos y a un funcionamiento con Euro.
Hoy día, hay alrededor de 200 básculas en todo Austria, 150 de ellas en Viena, y aunque son grandes y están ubicado en lugares estratégicos, a menudo no los vemos. ¿Tu los habías visto ya?